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lunes, 14 de agosto de 2017

Las Preguntas Ilógicas de los Zulianos.



PREGUNTAS ILÓGICAS DE LOS ZULIANOS

 “¿Ya llegaste?”
Nooo, todavía estoy allá. 

Es la interrogante más común cuando uno llega a cualquier parte en Maracaibo. 

Es lógico pensar que lo han estado esperando, que la ausencia fue larga, que deseaban verlo… pero también salta a la vista que es una persona innecesaria. Esta es otra de las características de nuestro pueblo.

Cuando uno va  a la barbería, con seguridad la primera persona que se consiga al salir, lanzará la siguiente interrogante: “¿Te cortaste el pelo?” o en expresión del buen zuliano “¿Te pelaste?”.
Nooo, me lo lavé y se encogió.

Es común que la gente plantee dudas, que por obvias suelen tener respuestas irónicas.
En una oportunidad presencié como saludaba a una señora en estado. La barriga era tan grande, que ya estaba próxima a correr a la maternidad y la amiga, no obstante, le dice: “¿Estáis embarazada?”. La muchacha la miró con cara de pocos amigos y le responde: “Nooo, es que me tragué un balón”.

Otras veces a uno le toca presenciar la consulta más ilógica del mundo. A una despampanante criatura, de esas que suelen detener el tráfico, un amigo le preguntó: ¿Cómo estáis? Todos los presentes miraron al caballero acompañándolo con un coro de voces: “¡Hermano! ¿Usted está ciego?” por lo cual no le quedó más remedio que rectificar: “Perdón, ¿Cómo te sientes?.

Si uno está escribiendo, el que interrumpe seguramente interroga: “¿Qué estáis haciendo?”. "La comida, no véis", la misma modalidad se utiliza para interrumpir frente a muchas otras actividades igualmente obvias.

Cuando éramos felices y no lo sabíamos, el esposo llegaba a la casa, cargado de bolsas de comida, después de varios día con “la troja alta,” seguramente la esposa exclamará: “¿Cobraste?”.
Nooo, como las cosas están tan buenas, esto me lo regaló el jefe.

Cuando ya se retira la visita, con la cartera debajo del brazo, la puerta abierta y con un pie afuera de la casa, la persona visitada suele preguntar “¿Ya te váis?”.
Nooo, me voy a quedar a vivir aquí.

Si la cara de emoción delata abiertamente al quien entusiasmado lee un correo electrónico que acaba de recibir, y alguien lo sorprende leyendo concentrado, profundamente compenetrado con el contenido del mensaje, lo más probable es que le haga una de estas interrogaciones.
“¿Te llegó un mensaje?”, o bien, “¿recibiste un correo?”.
Nooo, eso ya estaba ahí.

Todo esto se puede correlacionar con una costumbre también ancestral del pueblo zuliano. Cuando uno sale de viaje, lo primero que hace al llegar a una ciudad es enviar el mensaje de texto más idiota del mundo: “¡Llegué bien!”.
Es lógico pensar que si no hubiera llegado, ¿quién habría enviado el mensaje de texto?
Además, si acaso el avión se cae, la noticia llegará por los medios de comunicación con absoluta claridad y en la lista de los muertos, seguramente aparece el nombre del viajero.

Si alguien se muere, quien recibe la noticia seguro exclamará: “¡No puede ser, si yo estuve hablando con él hace tres días!” O bien: “¡No me digáis, si él era tan buena gente!”

Ahora bien el colmo de las expresiones gafas, es la que se le hace, a quien se acaba de caer. Normalmente la persona resbala y rueda algunos metros. Todos los observadores revientan la carcajada y cuando alguno puede contenerse y reacciona para tratar de ayudar a quien se cayó, con seguridad hará la pregunta: “¿Se cayó, señora?”.
Nooo, estoy cosiendo la camisa que está rota.

De estos acontecimientos que generan cuestiones ilógicas, uno de los más impactantes es el un señor que caminaba por los Haticos, absolutamente distraídos, mientras leía un libro.
En tales circunstancias, no podo observar que una de las bocas de visita le faltaba la tapa (esas son las tapas pesadas de los receptores cloacales, que se levantan por los efectos de las lluvias y que aparentemente también tiene quien las coleccione) y cayó aparatosamente en el agujero. Cuando a duras penas, pudo nadar y agarrar la escalerilla empezó a subir hasta ganar la superficie.
Al salir a la parte exterior del fétido recinto, utilizaba los dedos en forma de gancho, para quitarse la podredumbre de la boca y los ojos… y el primero que pasó le preguntó:
    “¿Se cayó señor?”
    “¡Nooo, yo vivo aquí!” Y completó la frase recordándole a la “vieja” al idiota preguntón.

FUENTE: Maracaibo, Calor y Expresión.
Autor: Marcías J. Martínez

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FUENTE:

Ricardo del Carmen Alvarado Chacín.
Las Palmitas - Isla de Toas - Zulia.

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