DESDE
EL HISTÓRICO TRONO. ¡La Virgen del Rosario de Chiquinquirá está presente en el
corazón de los zulianos y de quienes la visitan!
Cada 18 de noviembre,
zulianos y visitantes de otras tierras colman la Basílica, sus alrededores y el
monumento a la Virgen, porque ellos como devotos son conducidos por la fe al
reino de la patrona. Es el mismo reino que el pueblo de la Chiquinquirá se negó
abandonar a pesar de la demolición de El Saladillo, espacio donde la Virgen
tuvo su primera advocación zuliana, en 1709.
Después de que las máquinas
hicieron su trabajo, se creyó que había llegado el fin de El Saladillo, uno de
los nervios vitales de Maracaibo. El antiguo e histórico barrio se había hecho
un lugar y un destino en la ciudad, tanto, que el resumía una autentica manera
de ser, esa que viene del pasado y habla desde la espontaneidad. Pero la
demolición de la barriada en los años
setenta del siglo XX dejaba una pena en el alma de quienes vieron su vida entre
las piedras y los balaustres que los pesados bulldozers (tractores con oruga) retiraban lenta y
sistemáticamente. Se había derrumbado una
vida, pensaban.
Siglos atrás, a pocas
cuadras donde Inés Mancebo de Zuloaga tenía su hogar, hoy renombrada como Casa
de Morales o de la capitulación, El Saladillo comenzaba a mostrar los vestigios
de la herencia hispánica y se vanagloriaba de la extroversión y vivacidad de su espíritu, marca detectadas
en los colores de las casas y en la manera en que éstas se prolongaban hasta las calles. La vía
pública era el espacio común del barrio, el sitio del encuentro para contar y
referir la crónica diaria.
Y fue este el ámbito que
seleccionó la Virgen de Chiquinquirá. Desde entonces fue la Reina acogida por
un pueblo de trabajadores cuyo mayor tributo a la Patrona fue bautizarla como Chinita y hablarle de vos, palabra y
expresión que van en la sangre y se utiliza para dirigirse al coterráneo, al
vecino de creencia y de puerta. Entonces la
Chinita se hizo carne en la carne, razón de la identidad y voz del voseo. Convertida
en principio y fin, autoridad vitalicia de la vida de El Saladillo, instalada
su morada en el núcleo fundamental de Maracaibo, la Chinita conquistó otros espacios territoriales y espirituales y
se hizo rectora del Zulia, conductora en la cotidianidad y guía en la ruta.
Hoy sabemos que no ha
conocido límites la pasión del zuliano para agradecer la tenacidad a la
Patrona, quien desde la Basílica armó su lucha para que su terruño saladillero,
vuelto ya leyenda, vuelto ya nostalgia, siguiera siendo la evidencia más clara
y transparente del poder de las raíces históricas para determinar la
conciencia.
Fue cierto que la historia
ejerció su tarea: el saladillero nunca abandonó la Basílica. Y desde todos los
rincones del estado, el zuliano se acerca al templo para dejar constancia de su
fe, a pedirle a su Virgen y a homenajearla, a constatar que ellos son como la Chinita y que Ella, Reina morena
porque se hizo una con su pueblo, es
la identidad que define, que dibuja un rostro y que articula un sentimiento.
No pudieron los bulldozers: la tradición no murió y la
huella se hizo indeleble, porque pueblo y patrona han trabajado arduamente y
han mantenido su lugar. La visita diaria de los devotos a la Basílica y sus
alrededores es la prueba de que la fe mueve montañas y de que la Virgen ha
permanecido firme en la tierra que conquistó hace casi 308 años.
¿Quién
es Ella?
En 1967 el diario La Columna de Maracaibo publicó el
“Concilio Ecuménico Vaticano II”, escrito por el papa Paulo VI. Según este
documento oficial de la iglesia, el nombre María en los idiomas egipcio y siriaco
se traduce como “señora amada” o “la muy amada”, mientras que en
hebreo significa “estrella de mar”, “esperanza” e “iluminada”. Otros textos
eclesiásticos señalan que “Cristo es Dios, María es la Madre de Cristo, luego
María es Madre de Dios y, por tanto, de los hombres, Madre de los cristianos y
de la iglesia, que es el gran cuerpo que los integra. María es la nueva Eva,
mas si la primera Eva, criatura y madre original de los seres humanos,
participó junto con Adán en el pecado original de la desobediencia, esta nueva
Eva, María, nos indica, a través de su hijo Jesús, el reencuentro de salvación
con Dios” (DE ECHEVERRÍA 1966).
Este papel de María es
señalado por las escrituras sagradas de la siguiente manera: al visitar a su
parienta Isabel, ésta al verla exclamó ”¡Bendita tú entre las mujeres y bendito
el fruto de tu seno!” (LUCAS I: 42). Y María responde anunciando lo que sería
su presencia en el mundo futuro de los hombres y de la Iglesia: “Glorifica mi alma
al Señor y mi espíritu se goza en Dios mi Salvador, porque ha mirado la
pequeñez de su esclava…, y he aquí que desde ahora me dirán bienaventurada todas
las generaciones; porque en mí obró grandezas el Poderoso…” (LUCAS I: 46, 47,
48, 49).
“María es Madre antes que
todo, y no hay lazo más intimo y dulce que éste: ningún amor es tan fuerte y
desinteresando como el amor entre madre e hijo, ya que la madre es matriz,
sustento, receptora, es comprensión y perdón, la madre es la que sabe lo que
aqueja al hijo y sabe también la forma en que pueda aliviarlo. Madre de Dios y
de los hombres, Ella es la gran intermediaria
entre el creador y nosotros y por ello es llamada auxilio de los cristianos y refugio de los afligidos, puente hacia
la salvación, pues quien nos dio a su Madre al pie de la cruz, ¿cómo podemos
negarnos algo que en nombre de nuestra Madre común le pedimos?” (presbítero
Eleuterio Cuevas)
El 18 de noviembre de 1709
un gran milagro conmovió la tranquila y pequeña ciudad de Maracaibo. La casa de
María Cárdenas, marcada con el número 5 de la futura calle el Milagro, fue el
lugar sagrado para este gran acontecimiento: la pieza de madera que una mujer
sencilla recogió a orillas del lago de Maracaibo y llevó a su casa, se iluminó
y apareció en ella la imagen de una virgen con rasgos indígenas.
Han transcurrido más de tres
siglos de esa aparición, y el palpitar del pueblo zuliano por su Virgen amada
sigue vigente. Cada día cientos de feligreses acuden a la Basílica a contarle
sus problemas y logros, solicitarle favores y agradecerle los bienes recibidos.
Tan propia la sienten que la llaman Chinita.
FUENTE:
Libro: Virgen de Chiquinquirá, Madre y Reina de los zulianos.
Publicación: Banco Occidental de Descuento.
Animación: J & Eme Editores, S.A.
Marzo de 2005.
Maracaibo. Estado Zulia. Venezuela.
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